Los cineastas de mañana, en el TikTok de hoy

Los cineastas de mañana, en el TikTok de hoy

Reconozco que me gusta estar atento y curiosear para ver lo que se cuece alrededor de las redes sociales que se van haciendo un sitio en la short list del gran público. Reconozco también, que no siempre las entiendo. Reconozco una vez más que, en su día, Musical-ly no me llamó excesivamente la atención; y es que la entendí como algo muy ligado al ámbito de la «performance» musical, muy del gusto oriental. Algo así como un karaoke con stickers de animalitos amarillos con bocas desproporcionadas. Sin embargo, tras su compra por parte de Bytedance y su unión a TikTok, la cosa empezó a cambiar. Y mucho. Y rápido, que es como cambian las cosas en redes sociales.

No quiero con esto decir que una parte de TikTok no siga siendo una escuela monocorde y repetitiva de tutoriales de #suffledance, de #reggaeton, un escaparate de adolescentes, y no tan adolescentes, en poses sugerentes o un almacén de #rooftopers y #daredevils mirando al infinito, bajo la lluvia, desde la cornisa de un rascacielos de Shanghái mientras suena algo de dubstep, no sé: Alan Walker, por ejemplo.

TikTok te ofrece lo que te gusta, lo que más tiempo dedicarías a ver, independientemente de si viene de alguien a quien sigues o no.

Lo que sí que veo, y con cierta satisfacción, es la aproximación de jóvenes creadores a la producción y a la edición de vídeo: a la generación de contenidos audiovisuales más complejos con medios irrisorios. Esto abarca todos los ámbitos: guionistas, directores, técnicos de montaje, iluminadores, actores… gente que con muy pocos medios llega a generar resultados espectaculares. Se nota que TikTok ha crecido al albur de otras redes de contenido audiovisual, que muchas de sus cuentas son spin-offs de Youtube o espacios que buscan redirigir tráfico hacia Instagram, pero la diferencia con las otras redes es que su endemoniado algoritmo es tan sumamente eficiente y su velocidad de entrega de contenidos, acelerados casi de manera geométrica, te mete en un entorno tan trepidante y adictivo ante el que es difícil no sucumbir. ¿Dónde está la clave? TikTok te ofrece lo que te gusta, lo que más tiempo dedicarías a ver, independientemente de si viene de alguien a quien sigues o no. Si te gustan mucho, ya les seguirás y, si no les sigues, tampoco te preocupes, que te seguirán apareciendo.

Y entre toda esta ciclogénesis de contenidos, destacan tendencias muy centradas en la producción audiovisual, como los #transitioners, con más de 6 billones (con «b») de visualizaciones: especializados en hacer transiciones entre distintos planos que hacen que «La soga» de Alfred Hitchcook llegue a parecer lenta como la misa del Gallo. También destacan los que se especializan en «literales», en los que la imagen debe acompañar a la letra de la canción que está sonando o los especialistas en loops, en el que es fácil quedarte viendo una y otra vez el mismo vídeo de 15 segundos sin darte cuenta de que ya ha terminado…  También es fácil encontrar fotógrafos o especialistas en vídeo que desarrollan sus propios tutoriales para difundir su know-how, y ver después a un sinfín de seguidores poniendo en práctica lo aprendido y compartiendo los secretos de la producción a su vez.

Y no quiero olvidar a los generadores estrictos de contenidos, que con poquísimos medios son capaces de mantener una legión de seguidores gracias a lo rápido, desenfadado y natural de sus propuestas. ¿Y cuál es la diferencia con Youtube? La velocidad. Historias completas en 15 segundos. En un minuto, a lo sumo. Siempre hay tiempo para una más. Siempre hay tiempo para seguir perdiéndolo en TikTok. Me recuerda al viejo slogan de las patatas Lays: ¿A que no puedes comer sólo una?

Todo esto me hace pensar en los cineastas de mañana. Seguro que muchos de ellos están floreciendo en el TikTok de hoy.  Acostumbrados a sacar chispas con escasos medios, ¿qué no harán en unos años a nada que consigan financiación? No puedo evitar pensar que serán producciones en las que la naturalidad será un valor, también serán rápidas, trepidantes, reflejos críticos de la realidad y sobre todo, rebosantes de creatividad. Eso pienso. Luego, ya será lo que tenga que ser. O no.

Rizando el rizo con Periscope

Rizando el rizo con Periscope

En los últimos días no he parado de oír la palabra ‘Periscope’ por todos los lados y es que, cuando parecía que ya estaba todo inventado en lo que a redes sociales y aplicaciones se refiere aparece esta nueva app para Twitter, que se está posicionando como una nueva estrategia de marketing y está haciendo perder la cabeza a algunas marcas.

Periscope, permite emitir en streaming videos a aquellos usuarios que están conectados a la aplicación o a través de una invitación que el usuario envía a aquellos con los que quiere compartir lo que está haciendo.

La aplicación lleva ya dos meses en funcionamiento (para IOS) y acaba de ser lanzada, hace unos días, para Android. Su éxito es ya una realidad, con millones de usuarios unidos a la plataforma. Algunos de estos usuarios son empresas y marcas conocidas que han encontrado en Periscope una forma de estrechar lazos con sus consumidores y ofrecer un punto de vista más cercano y transparente de sus procesos internos.

Uno de los casos más sonados ha sido el de Telepizza, que hace unos días utilizaba la aplicación para mostrar en directo cómo se realizaba una pizza. A través de una llamada en Twitter, animaron a todos sus seguidores a seguir en directo el paso a paso del pedido y todos aquellos usuarios que se unieron, pudieron vivir en tiempo real el proceso completo, desde el momento que se comenzó a elaborar la pizza hasta que el repartidor la entregó en el destino.

Viendo la revolución y el éxito de las últimas semanas parece ser que el caso de Telepizza no será un hecho aislado y que tenemos por delante una buena cantidad de videos por ver, a medida que otras compañías se vayan uniendo a la moda.

Sobre el papel, todo parece muy bonito y es cierto que, bien utilizada, la app de Periscope ofrece un sin fin de ventajas, pero no debemos olvidar que un mal uso o un error al publicar un vídeo no deseado, podría causar estragos en la imagen de marca de una empresa. ¿Quién será la primera en caer? Hagan sus apuestas.

Una novedad interesantísima, desde el punto de vista del marketing, en IOS 7

Una novedad interesantísima, desde el punto de vista del marketing, en IOS 7

La App Store tiene la capacidad de convertirse en una interesantísima herramienta de marketing, tanto como refuerzo a la imagen de marca, como catálogo de productos y servicios, propiamente dicho, función especialmente interesante en empresas que desarrollan su actividad en el campo internacional.

Sin embargo, el sistema de validación de las apps por parte de Apple, hace que estas deban ser enfocadas de manera creativa para que resulten de alguna utilidad para los usuarios de IOS, y no como un simple soporte publicitario. Por ello no es extraño una aplicación desarrollada por un fabricante de poleas industriales contenga una tabla de conversiones, un distribuidor de herramientas eléctricas ofrezca un nivel digital totalmente funcional en su catálogo o que un fabricante de ropa de surf  incluya unas tablas de mareas -junto a su colección de primavera- en la suya.

Una de las ventajas que aporta el sistema de apps como herramienta de marketing es que permite ofrecer al potencial cliente un catálogo de productos y servicios, que le acompaña y que se puede actualizar de manera continua, evitando así que se quede obsoleto. Pero hasta la fecha, existía un pequeño problema: era el usuario, en ultima instancia, el que aceptaba o no la actualización, y lo hacía siempre en función a la utilidad que para él  tuviese la aplicación. Evidentemente, era necesario devanarse los sesos para encontrar un aplicativo, atractivo, para que el potencial cliente quisiera mantener siempre actualizada la aplicación, y no se limitase a «transpagearla» (perdón por la libre adaptación del verbo transpapelar) entre las múltiples pantallas de su dispositivo.

Sin embargo, a partir del IOS 7 parece ser que el sistema de actualizaciones va a ser automático, como por otro lado resulta lógico. La posibilidad de mantener un catálogo permanentemente actualizado en el dispositivo móvil del cliente implica un importante ahorro de costes para la empresa, así como una importante ventaja competitiva y una herramienta de apoyo a la construcción de su imagen de marca indiscutible.

Aún así, habrá que seguir buscando ideas geniales para ofrecer aplicaciones útiles junto a nuestro catálogo de productos, ya que aunque nuestra app se actualice automáticamente, para nada sirve si se pierde entre la pléyade de iconos inútiles que cohabitan en nuestros terminales. Todo un apasionante reto para un departamento de Marketing.

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