¿Cómo puede un banco anunciar un servicio cuyo naming empiece por Robo? ¿Es un chiste? ¿Una cruel ironía?
Los «Robo Advisor» están de moda. La utilización de Inteligencia Artificial para gestionar fondos de inversión pasiva ha ido creciendo exponencialmente haciendo que la banca tradicional, en vista que les estaban comiendo el pastel, haya decidido sacar sus propios productos de inversión indexada.
En un país como el nuestro, asociar un sector como el de la banca a algo que empiece con el prefijo «robo-» es, sin duda, una apuesta de valientes.
Uno de los primeros en promocionar su servicio fue Openbank. Aún recuerdo el día en el que vi por primera vez a Pablo Motos anunciando Roboadvisor con una sonrisa de oreja a oreja. Sonrisa que tal vez intentaba esconder una carcajada. Lo primero que pensé fue: ¿En serio? En un país como el nuestro, asociar un sector como el de la banca a algo que empiece con el prefijo «robo-» es, sin duda, una apuesta de valientes. ¿No podían haber pensado algo más sutil, en plan SmartAdvisor o IntelligentInvestor…? Yo que sé, cualquier cosa, menos hablar de robos; que no de robos a bancos, sino que de un servicio de robos ofertado por la propia banca. Así, por la cara. Sin tapujos ni eufemismos. Todo por ahorrarse una «t». RobotAdvisor no hubiese sido tan arriesgado y hubiera funcionado perfectamente.
Pero bueno, alguien en un despacho tomó su decisión. Si el término Robo Advisor ya se había generalizado en el sector y también entre los inversores -principales clientes del servicio- ¿para qué cambiarlo? En publicidad sabemos que hay tres maneras de capilarizar un mensaje: ofreciendo un contenido novedoso e interesante -algo francamente difícil-, a través de una creatividad brillante o repitiéndolo machaconamente hasta que sea parte inherente a tu día a día; algo así como un «buenaaaas». En este caso, Openbank ha tirado un poco de la primera y bastante más de la última alternativa para conseguir afianzarse como uno de los principales operadores de carteras de inversión de gestión pasiva, a través de su servicio de asesoría robótica.
Aún así, no digo yo que sea una estrategia de branding tan arriesgada como la que tomaron en su día al bautizar al Banco Mediolanum, la verdad, pero sí que creo que alguien del departamento de marketing ha tenido que pasar más de una mala noche hasta ver que la cosa iba tomando su rumbo.
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